Haikus a tres voces - A three voices haikus de Aurora Gámez Enríquez
El haiku, composición
japonesa que consta de tres versos, primero y tercero de cinco sílabas y segundo
de siete, tuvo su introducción en la lengua castellana con el poeta mejicano
José Juan Tablada. Este autor, que llegó a ocupar puestos diplomáticos en diferentes
países del mundo (Francia, Ecuador, Colombia, E.E.U.U., etc.) en su viaje a
Japón en 1900 mostró gran interés por su poesía esencialmente naturalista. La
creación del haikai requiere espontaneidad, compenetración de la naturaleza,
contención emocional y sencillez en el lenguaje. Otros poetas hispanoamericanos
como, Octavio Paz, también de origen mejicano, y el uruguayo Mario Benedetti
han cultivado y enriquecido esta forma poética. Dichos autores abren el
concepto inicial de poesía espontánea a un abanico más amplio. Así, en ‘Rincón
de Haikus', Benedetti nos ofrece versos tan profundos como estos: Hay pocas
cosas tan ensordecedoras como el silencio. No cabe duda que en este proceso de
inclusión en la literatura de habla castellana el haiku está muy cercano a
otras formas tradicionales, breves y sintéticas como las máximas, sentencias,
aforismos, etc. Aurora Gámez Enríquez, paralelamente a sus anteriores poemarios,
ha ido elaborando un rosario de haikus que han sido compañeros de su devenir
vital y que en esta ocasión nos muestra bajo el título Haikus a tres voces, compartiendo
protagonismo con la traductora a lengua inglesa, Alba Mª González Gámez, los
profesores Thomas Yu Wang y Edwin Agustín Lozada, y el ilustrador de la obra
Carlos Esteve Secall.
En el primero de los
ocho poemarios reunidos, que da título a la antología, el haiku se presenta en
estado puro. Aurora se convierte en haijin para crear estas pequeñas gotas
escanciadas de su pensamiento cotidiano, mostrándose tal y como ella es:
sencilla, escueta, austera y profunda. Para ello se traslada a las fuentes
pretéritas de la poesía japonesa. Los Tankas son la literatura más antigua del
Japón. Son ‘poemas libres' de 31 sílabas (5,7,5,7,7). Sus huellas aparecen
tanto en la primera antología reunida en el año 760 de esta era, Poemario de
diez mil hojas, como en otra posterior, Korin-waka, recopilada por Orden
Imperial en el año 905. De su publicación surgen nuevas formas de expresión
poética. Una de ellas es la Renga, variación de la anterior, también de 31
sílabas, que se compone de dos partes (5,7,5,7,7).
De ahí se desprende
el haiku, de menor extensión al que Aurora Gámez en algunos poemas añade dos
versos (7, 7) haciendo un guiño a sus fuentes. Música, naturaleza y
cotidianidad son las tres claves de estos haikus donde la autora, licenciada en
Ciencias Biológicas, comulga con la filosofía contemplativa y su sensibilidad hacia
la naturaleza. Rompe la trayectoria de su obra poética, profundamente andaluza
y española para hacer un requiebro y cultivar las semillas del haiku en estos
versos plenos de simbolismo, espiritualidad, misterio y sabiduría. Interioriza
instantes dejando constancia del disfrute de los sentidos a través de la música
o de la simple contemplación de la caída lenta de las gotas de lluvia sobre las
hojas de las macetas de su balcón desde donde comparte la naturaleza urbana que
le acompaña cada día pertinaz, persistente/ la lluvia alfombra en 3D/ a Bach le
debo/ que se moje mi ropa/ a la belleza.
En el poemario de
este abanico de haikus, ‘De Alfa a Omega. Haikus para Sanar', la autora vuelve
a la forma actual (5,7,5) que no abandona en los siguientes. Estos versos son
trozos de esperanza para mujeres que han padecido cáncer de mama y las invita a
incorporarse/ al
ciclo de la vida/
placer, dolor. Seguidamente, en los versos dedicados al Albaicín de Granada,
Aurora hace una síntesis del saber andaluz en clara conexión con la poética
arábigo-andaluza como observamos en los siguientes poemas: perlado esfuerzo onírico
el descenso hondo el quejido presente fresco engalana las calles de flor y
espejo. Y un nuevo requiebro intimista sitúa al lector en ‘Eco en el Silencio',
poemario dedicado a su amigo, el poeta Antonio Romero Márquez, donde describe
el continuo hechizo que Eros hace sobre el poeta: dificultad/ herido no
vencido/ fascinación.
En la misma línea
‘Quise el añil' es un ejercicio de autoafirmación de su ser pleno en su madurez:
quise el añil
sentí el calor del
sol
del mar la brisa
Los últimos poemarios
hablan de la continua renovación de la vida: de la muerte (‘Réquiem por una
Amiga'), del fuego (‘Arde en llamas' -inspirado en el incendio de la sierra-) y
del amor (‘Amor y Compromiso'). Estos últimos poemas, dedicados a Eva y Miguel,
cierran unos versos verdaderos y ciertos como su autora que afirma:
nadie se engañe
cuando el amor existe
se manifiesta
En definitiva, nos
encontramos con una rara avis entre las obras de Aurora Gámez, poeta
comprometida siempre con la lucha por los derechos de la mujer y con sus
obligaciones institucionales desde la presidencia de la Asociación de Mujeres
por la Literatura y las Artes (A.L.A.S.) que, en este caso, se ha permitido
momentos de ensimismamiento e interiorización desde la contemplación del ser.
El predominio de
sustantivos hace más fácil delimitar el presente sin adornos en esta
recopilación documental de momentos de especial relevancia para la vida de la autora.
Ha sido un placer
para mí, elaborar esta carta de presentación de una mujer merecedora de
cualquier alabanza por su continua entrega y que bien podría haber inspirado
los principios del Reiki, en cuya doctrina se encuentra la clave de la
filosofía japonesa:
‘No te enojes, no te
preocupes, agradece, sé amable y trabaja duro'.
Inmaculada García
Haro
Vocal de la Junta
Directiva de A.L.A.S.