Presentación del libro de relatos MUCHO CUENTO de Rosa R. Gisbert
Hacer un buen relato, contar algo que al leerse no se caiga de las manos, debe ser el objetivo de quien escribe y aspira a editar.
En 1979 Jean Françoise Lyotard lanzó la idea de que uno de los rasgos característicos del discurso de la post modernidad era la crisis de los grandes relatos.
Sin embargo, hoy vemos cómo se llenan las librerías sin que seamos capaces de abarcar tanto. Los libros apenas aterrizan cuando ya otros vienen detrás y los desplazan. No es que siempre estemos empezando un capítulo distinto (dice José Luis Pardo en Babelia), es que nunca disponemos de la suficiente coherencia ni de la estabilidad temporal necesaria para acabar alguno. En este mundo de hoy, tan cambiante, los lectores intentan construirse una personalidad "creíble y estable" para no naufragar en el torrente que nos invade.
Un personaje solo puede conservar su carácter si las peripecias que jalonan la obra no destruyen del todo la congruencia de lo relatado y si los diferentes episodios no suponen una disgregación absoluta de la identidad.
Yo no sé si he conseguido esto. No puedo juzgar mi trabajo con objetividad, desde fuera, porque formo
parte de él. Estos relatos son como mis hijos y ya se sabe que a los hijos no se les ven los defectos. Para
mí todos son iguales, no tengo preferencias. Los he ido escribiendo a lo largo de los años y ahora los recojo en
este libro con el anhelo de que gusten a quien los lea.
Comprendo que unos son mejores que otros. Algunos ya fueron premiados o resultaron finalistas en algún
concurso. Unos son más redondos como Una rubia teñida; otros se muestran abiertos, como Vacío; otros
rozan lo surreal, como No smoking, Cómic, Un cocodrilo en la bañera o Víctor, Tina y la literatura (un amor total),
aunque en el caso del primero se trate de un episodio que pueda haber ocurrido realmente. Los hay amorosos,
cómo no. Morir de amor, La hora encendida o Cosas que pasan; nostálgicos como In memoriam... Por último
una referencia a los cuentos hiperbreves. Es difícil decir mucho en pocas palabras. El cuento hiperbreve es,
para mí, el verdadero cuanto redondo porque no admite disquisiciones. Hay que ir al grano y que se entienda.
No sigo un orden en el tiempo de escritura. Soy un desastre con las fechas y no sé cuándo escribí cada
historia. Por eso los he colocado al buen tun tun y emplazo a quien los lee a que adivine lo que ni yo misma
recuerdo: cuál se escribió antes o cuál después.
En fin, mi deseo es que disfruten con la lectura de las historias que se me fueron ocurriendo a lo largo de
mis días.
Rosa Ruiz Gisbert