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Presentación libros de poesía de FUENSANTA MARTÍN QUERO

Existe una historia en cada región o zona del mundo nutrida por miles de historias individuales que, a la sombra de los acontecimientos más destacados recogidos en los textos más o menos oficiales, conforman ese sustrato o alma del transcurrir de un lugar. Es esa intrahistoria que elabora su manto y dirige de forma discreta el movimiento de la imparable rueda del tiempo en los diferentes lugares del planeta. Andalucía ha sido y es un espacio geográfico que aúna vivencias propias, con sus peculiaridades y sus semejanzas con otras zonas del país y del planeta. Lejos del tópico, sus casas de cal han resultado ser emblema de su pureza, de una sencillez de vida que forma parte de su esencia, micromundos de historias personales que, con el paso del tiempo, trascienden sus gruesos muros para formar parte de la idiosincrasia de nuestra región.
Casas de cal es un poemario que está inspirado en vivencias reales de personas reales, pero que son extrapolables al conjunto de la población que desde los albores del pasado siglo XX hasta nuestros días han habitado y habitan nuestros blancos pueblos andaluces. Historias muchas de ellas que, sin lugar a dudas, son coincidentes en determinados aspectos con las vividas por los millones de seres que pueblan nuestras ciudades, pero cuyos contextos les confieren matices claramente distintos. El paso del tiempo enlentecido en los pueblos andaluces de antaño, ese "cuenco de tiempo" lentísimo de casas cuyas paredes han presenciado y enclaustrado alegrías y sufrimientos, lugares de encuentros tan familiares como fueron los patios andaluces convertidos en vergeles de colores exultantes, la sosegada y a la vez misteriosa presencia del pozo, la indeleble experiencia de los primeros amores atrapados en las costumbres y en códigos morales hoy en día anacrónicos; pero también, la tragedia, la muerte prematura de mujeres parturientas arrastrando consigo "una orfandad de años" o de padres engullidos por el absurdo de una guerra, las ausencias, la soledad o la lejanía del ser querido en otras tierras lejanas.
Una mujer casi nonagenaria, Manuela Pérez, ha concentrado en su vida y en la de sus antepasados más próximos todo un elenco de experiencias vitales, paradigmas de muchas de las vividas por la gente de nuestros pueblos andaluces en una época no tan lejana. A lo largo de muchos años ella nos ha contado con insistencia a sus allegados secuencias de esas historias, fotogramas mentales que siempre tuvo necesidad de expresar porque han conformado su propio ser. Por esa razón, mediante este breve poemario he querido rendirle homenaje, sin entrar en lo anecdótico, convirtiéndome en cierto modo en interlocutora -en clave poética- de sus pensamientos y de sus emociones; pero, al mismo tiempo, con la consciencia clara de permitir que mis versos dejen un humilde testimonio de lo que ha sido y es parte de nuestra esencia andaluza.
Fuensanta Martín Quero.



Es este un poemario nacido de la crisis económica y social actual, del desasosiego emanado de la crisis. No como expresión de hechos concretos y anecdóticos, porque, salvo excepciones experimentadas dentro de la lírica por algunas tendencias pasadas, lo anecdótico casi siempre se omite en poesía o bien es el pretexto que enmascara la esencia misma del poema; sino como catarsis de una percepción desalentadora del mundo en el que vivimos actualmente. Recordando a Octavio Paz -ya que este año se conmemora el centenario de su nacimiento-, este concebía la poesía como la memoria de los pueblos, para él las palabras del poeta son a la vez suyas y ajenas. Por una parte, como "toda creación humana, el poema es un producto histórico, hijo de un tiempo y un lugar; pero también es algo que trasciende lo histórico y se sitúa en un tiempo anterior a toda historia, en el principio del principio. Antes de la historia, pero no fuera de ella". Como producto histórico, Las esquinas es un compendio lírico de emociones y pensamientos que surge de la observación, como su propio título sugiere, en un contexto histórico actual. Las esquinas son esos lugares desde donde abarcamos con la vista espacios más o menos amplios o más o menos concretos y que son contemplados en un tiempo presente por el yo poético que a menudo se sitúa en el poema como mero espectador -espectadora en mi caso-; pero, al mismo tiempo, las esquinas son esos puntos fijos que forman partes de los edificios en forma de ángulos punzantes, como punzante es la crítica que, de manera sutil unas veces, o de forma directa otras, aparece en más de un poema de este libro. Por otro lado, es el contexto urbano, igualmente evocado en el título, en el que predominantemente se sitúa el yo poético y en donde se enmarca el fracaso de una vida acelerada y desposeída en un hábitat que se convierte en medio hostil para la esencialidad del ser humano, reduciéndolo a mera cosa. Esa reducción y reificación de la persona se materializa en el contraste entre edificaciones y lugares magnánimos y los indigentes que habitan en esos espacios, en la interpretación sublime de una pieza musical por un violinista en un escenario callejero cualquiera en mitad de la indiferencia de la rutina, en la soledad del anciano que en un banco de la calle es ajeno al estrépito y a la prisa; pero también la contemplación de una obra de arte, como es el Guernica de Picasso, o de los impresionantes restos arqueológicos del Foro Romano de la capital italiana, me suscitaron emociones que expreso en estos poemas sobre lo absurdo de la destrucción y de las injusticias que unos seres humanos provocan a otros. Y en este contexto urbano, la neurosis, la enfermedad o el vacío fluyen alrededor nuestra como parte de un escenario que, a medida que el poemario avanza, he ido transformando en espacio interior.
Quiero añadir a todo ello que, siguiendo una constante de mi forma de ser, no he podido obviar cierta rebeldía expresada a menudo en este libro en poemas como Decir no, Conversaciones con nadie o A veces es abstracta la escritura, poema este en el que, en coherencia con las ansias de libertad que se desprenden del mismo, omito la estructura gramatical y los signos de puntuación correspondientes, al igual que ya lo hicieran algunas de las vanguardias literarias del pasado siglo. Con esta misma actitud, el poema Foro Romano plantea una reflexión acerca de la realidad de la vida y su fin último y, de manera contundente, sobre las injusticias y daños infligidos por unos seres humanos a otros, reflexión que conlleva de forma implícita la denuncia social, no de manera panfletaria sino buscando los resquicios sutiles del lenguaje poético. La palabra, el verso en este caso, quedan al servicio de una finalidad concreta: la búsqueda de la igualdad y la fraternidad entre las personas de este mundo frente a la aberrante realidad de las injusticias sociales y humanas, posicionándome así en la misma línea que la corriente crítica denominada Humanismo Solidario, de la que formo parte.
Las sociedades modernas, caóticas, estrepitosas y acaparadoras, amordazan la vida libre y a menudo desprecian al ser humano como tal. Con este poemario he querido expresar de alguna manera esa incoherencia, esa aberración en la que estamos sumergidos y, casi inconscientemente, subyugados.

Fuensanta Martín Quero








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